MATSUMOTO-JO

松本城

Sábado, 12 de Octubre de 2013

Nos despertamos, nos pusimos los yukata y fuimos directos a desayunar. Hoy teníamos reservado un desayuno tradicional japonés, el cual suele consistir en sopa de miso, arroz blanco, tortilla, salmón a la plancha y encurtido japonés, todo acompañado con té verde.

Después teníamos reservado un ofuro privado, así que no podíamos empezar el día de mejor forma.

Camino a Matsumoto

Como siempre, nos quedamos con las ganas de visitar más la ciudad de Takayama, pero yo me moría de ganas de visitar el Castillo de Matsumoto, y más aún después de la decepción que nos supuso la visita a Himeji-jo, así que una vez hecho el check-out pusimos rumbo hacia Matsumoto.

La distancia que separa Takayama de Matsumoto son 84 kilómetros de carretera por los Alpes Japoneses, así que cogimos el coche dispuestos a disfrutar del paisaje y la verdad es que el trayecto no defraudó en absoluto.

Conducción por carretera de montaña, bordeando lagos, cruzando innumerables túneles, hasta pasamos por una presa e incluso vimos inicios de koyo en varios árboles, una preciosidad.

El Castillo de Matsumoto

Matsumoto-jo es uno de los castillos más hermosos de Japón y ha sido declarado Patrimonio Nacional junto a los castillos de Hikone, Himeji e Inuyama.

Fue construido por Toyotomi Hideyoshi entre 1594 y 1597 y su altura alcanza los 30 metros. La fortaleza mantiene los interiores originales de madera y su apariencia exterior, que presenta contrastes blancos y negros, le valieron el sobrenombre de Karasu-jo (castillo del cuervo).

Al llegar a los alrededores del castillo nos encontramos con un montón de paradas de comida y gente por todas partes, suponemos que se trataría de algun festival local. Hacía muy buen día y el cielo estaba completamente despejado, así que las vistas del castillo junto con la animación local alrededor eran un escenario fantástico.

Paseamos alrededor del foso del castillo alucinados por la cantidad de enormes carpas que habitan en él. Entramos al castillo y estaba llenísimo de gente, pero disfrutamos igualmente de la visita. En los pisos inferiores hay expuestas armas, bombas y aparatos de asalto. También hay un precioso pabellón con vistas a la luna (tsukumi yagura) pero lo que nos sorprendió especialmente fueron las pronunciadas escaleras por las que se sube a la última de las seis plantas, desde donde hay unas vistas impresionantes.

Matsumoto-jo es sin duda el mejor castillo japonés de los que he visitado hasta ahora. El único "pero" de la visita es que el puente rojo de entrada al castillo estaba en obras, con lo que no pudimos apreciar la belleza de la típica estampa del castillo.

Noche en Nikko

Al acabar la visita pusimos ya rumbo hacia Nikko, donde pasaríamos la noche. Teníamos 300 kilómetros por delante así que para cuando llegamos a destino ya era de noche.

Nikko ya lo habíamos visitado hace años pero decidimos pasar allí la noche porque nos venía de paso. Para dormir escogimos el pequeño hostal en el que nos habíamos alojado la última vez que estuvimos allí: Turtle Inn. Hicimos check-in y pese a ser ya oscuro nos fuimos a dar un paseo por los alrededores. Llegamos hasta la impresionante zona del templo Tosho-gu y al pasear solos en medio de aquella oscuridad, apenas iluminada por algún pequeño farolillo, nos hizo recordar nuestra visita de hace años y lo bien que habíamos hecho en volver a pasar por Nikko, aunque fuera apenas por una breve noche.

De vuelta al hostal pasamos por un konbini y nos compramos un bento para cenar, mano a mano en la salita común del Turtle Inn.

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